domingo, 10 de abril de 2011

Noche balear entre doble-ceros y caricias intensas.

"Con la luz del sol, se derriten mis alas, sólo encuentro en la oscuridad, lo que me une con la ciudad de la furia" la hierba fina se deshace entre los dedos mezclándose con el aroma vainilloso que deja el tabaco. El masaje producido por las yemas de los dedos, mientras quedan envueltas con sutilez en el papel mágico que nos hará cambiar de rumbo nuestra vida mental durante unos minutos. Andrea Echeverry con su mezzosoprana voz nos conduce a un estado más relajantes junto a las de Cerati que nos lleva al paraíso, "a dormir entre sus piernas al amanecer y ocultarse bien y desaparecer entre la niebla". La llama centellea y la primera calada acaba en una especie entre murmullo y gemido plácido. No cuentas como se apura mientras escribes unas notas influenciadas en escritos Rimbaudianos, besos de humo ahogados en mi garganta. Mauro recita sus primeras palabras conjuntas antes de la llegada del astro rey, unos poemas drogados por la hierba fumada con anterioridad. Las siguientes caricias de los labios con los siguientes doble-ceros, dejando en off la música de los "Porteños", y dejando dando vueltas un vinilo de "The Doors" mientras la aguja nos lleva a los días más extraños de la banda californiana. Y Mauro sigue extasiado tirado en el sofá y riéndonos a mitad de la madrugada, mientras salgo al balcón y veo resplandeciente el cielo mallorquí, centelleantes las estrellas, y una luna que refleja su cara no oculta ante una sábana en movimiento azul verdosa. Alejandra nos apaga con sus besos en los parpados, los ojos. Esa noche no hicimos el amor con ella, pero fue la hierba quién nos llevo a un viaje imaginario, de caricias y por que no decirlo, de jadeos y gemidos a la luz de un cielo estrellado.

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